Buscar este blog

viernes, 7 de enero de 2011

El último bar sobre la Tierra 3

Llegó aterido, húmedo y cansado. Pero había llegado. Se quitó la nieve del sombrero, del abrigo, entró. La calidez, el humo, la algarabía, el olor. Concuerda –pensó. La gente se besaba, bailaba, bebía… ‹‹hasta exhalan humo››. Vitrinas, comida, coloridos líquidos brotando de sinuosos grifos, el ruido de las risas y el cristal. Se acercó hasta la plasticometálica barra, agitó la mano –como había visto– y señaló un burbujeante líquido melindroso. No hablaba el idioma, pero ése no era el único problema que había tenido que superar para encontrar el Bar, el último bar, poco más que un rumor en boca de marginados. Ahora estaba allí y su cita se retrasaba.

La pretendida decoración de época deslucía salpicada de elementos modernos, pero el ambiente era auténtico, la gente no se comportaba como ahí fuera. Se tocaban, se burlaban, conspiraban en apasionantes discusiones, se enfadaban… Paseó la vista por toda la habitación, el techo abovedado cubría varios niveles conectados por una espiral abarrotada de pequeños puestos. Aterrizó sobre la mirada de una morena. Sonreía. Un trago una palabra, dos palabras una copa. Intimidad.

Estar con la gente del bar. Al sabor de la leyenda sólo le faltaba el secreto que encerraba aquel lugar, y que su cita, la persona que le había vendido el mapa, quería contarle.






No hay comentarios:

Publicar un comentario