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viernes, 7 de enero de 2011

Badenes: educando a la población

Estaban de obras por la universidad. Levantaban toda la vía perimetral para colocar los llamados guardias tumbados, esos coloridos badenes que brotan por nuestras ciudades como las setas en otoño. Según tengo entendido, su utilidad reside en conseguir, eficazmente, que el conductor reduzca la velocidad en determinados puntos (que no entre ellos). Camuflados de pasos de peatones, estratégicamente colocados, se extienden por toda la infraestructura urbana “controlando” de manera impositiva la velocidad.

Este cambio, forzado e irrevocable a corto plazo, merece algunas reflexiones. Hace algunos años recuerdo que con el mismo descaro e intencionalidad la ciudad de Murcia pobló las aceras de todo el centro con pivotes anti-aparcamiento. Este curioso paralelismo pone de relieve la forma de actuar de las administraciones. Aquí no se trata de educar, de convencer al conductor sobre la valía del código de circulación, de darle la oportunidad de interiorizar las normas y que las asuma libremente, sino de imponer físicamente la prohibición.

Supongo que esta forma de actuar se basará en algún entramado doctrinal, algún conjunto de ideas que dirijan tales decisiones. Si es así, es posible que esa misma forma de pensar se aplique a otras facetas de nuestra sociedad, y ante el fracaso de convencer/educar al ciudadano sobre los beneficios de la sociedad, ésta se le tenga que imponer.

En el caso particular de los guardias tumbados es que ni tan si quiera están bien pensados. En el sur de Francia, para conseguir el mismo efecto se estrechan considerablemente los laterales de la calle. A veces, en la entrada de un pueblo la calzada se divide, y la parte en dirección al pueblo presenta una curva cerrada que rodea un jardín. Además de la estética presenta una ventaja: un conductor adiestrado, como el de una ambulancia o policía puede maniobrar para pasar rápidamente por este tipo de obstáculo, cosa imposible con el badén. Parece como si este inconveniente no se hubiese tenido en cuenta. Me parece lógico y bien tomar medidas para reducir los accidentes mortales, pero se deben de tener en cuenta otros factores, incluidas excepcionalidades como los vehículos de emergencia, para precisamente lo mismo, evitar más muertes y seguir teniendo una red de carreteras funcional en cada circunstancia.

Un sistema adaptable, que se puede comportar de manera diferente según las circunstancias es eficaz en un mayor rango de condiciones. Antes nuestra circulación urbana presentaba esta adaptabilidad, evidentemente no estaba pensada e implementada, sino que a falta del impedimento físico, ante circunstancias en las que las normas no funcionaban, se establecían otras ad hoc para adaptarse a la nueva situación. Esto ahora es imposible, o bastante difícil. Imaginemos un incendio en las instalaciones de la universidad. Si la magnitud fuese considerable, implicando bomberos, policías, ambulancias, evacuación, el avance a trompicones por toda la vía perimetral sería negativo y perjudicial. Sin embargo, un sistema sin impedimentos físicos, basado en una población que ha asumido el código y lo respeta por convencimiento propio (como ya hace en cierto grado, todos vamos por la derecha) ante esta eventualidad puede adaptarse, porque las normas, la forma de operar, puede cambiar y el recurso, en este caso la red de carreteras urbanas, puede explotarse mejor y de distintas maneras.

Se puede contrastar el comportamiento con otros ejemplos. La mayoría aceptamos muchas normas sociales. Aunque cuentan con un sistema de penalización, no están físicamente impuestas. Podemos matar, robar, golpear, romper, humillar… aceptamos que ese comportamiento es negativo en y para la sociedad (y probablemente para el mismo individuo que lo acomete) y establecemos unas normas para reducir (que no eliminar) su práctica. Sin embargo no está físicamente impedido, y si en alguna circunstancia, como la guerra, la hambruna, la defensa propia, requiere de un cambio de normas, la sociedad es adaptable a esa nueva situación.

Aunque investigaciones sobre el comportamiento social, muchas llevadas a cabo tan sólo con fines de marketing, demuestran que la sociedad tiene patrones de comportamiento influenciables, parece como si se hubiese perdido toda esperanza en la educación de la sociedad. Masa, masa incontrolada con la que no se puede tratar, a la que es imposible aleccionar, educar, dirigir sino es mediante el uso de la fuerza física.

El tráfico es una expresión en miniatura de la compleja relación de los individuos con un sistema de normas, en él podemos ver reflejados problemas virtualmente iguales a aquellos con los que se enfrenta o se enfrentará la sociedad. Si la imposición física es la solución adoptada para hacer cumplir una norma, pronto nos podemos enfrentar con una administración pública prepotente, altiva y sorda que hace cumplir sus normas por la fuerza y en la que los ciudadanos no asumen las normas manifestando así su aprobación y conformidad, sino que se ven sometidos a ellas.






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