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viernes, 7 de enero de 2011

“La cultura de la pobreza”

La forma de ver el mundo, de interpretar la realidad se forma a partir de la información que poseemos. Cada uno de nosotros poseemos una preciosa gota de esa información desde la que interpretamos el mundo, y cada una de estas pequeñas gotas, que procesan información y elaboran una respuesta, tiene su valor individual y, más importante, colectivo. Desgraciadamente no se puede saber todo. La cantidad información es abrumadora, sólo un sistema de complejidad superior al individuo, aún basado en él, puede analizar ese aluvión de datos y dar una respuesta coherente, o por lo menos “más acertada”. Dada esta limitación, la información que cada uno tiene, adquiere un valor para el grupo, produciéndose la especialización tan característica de las sociedades. Realmente se procesa mucha más información de la que queda “grabada”. Aún toda la que llega a procesar un solo individuo sigue siendo una gota en el océano. Esta parte “grabada” suele ser una abstracción, de hecho es lo que se ha aprendido, de toda la información procesada. Metafóricamente, da igual el camino que recorres en bici, lo importante es que has aprendido a montar en bici. Ahora, una vez sabes montar, puedes moverte por terrenos desconocidos. El procesado de información es ese recorrido, y con él se aprende a montar en bici de una forma única. El problema con el símil es que la idea de bici está normalizada y más o menos casi todos montarán muy parecido (aunque de forma única). No ocurre así con la información. Cada uno recibe una bici distinta, cada uno tiene instrumentos muy diferentes, y por eso cada uno monta a su manera y piensa a su manera, y cada una de estas formas de pensar tienen valor para sociedad. Incluso cuando la forma de pensar deriva precisamente de la falta de información (de recorrido). Así, sin bici, como en La cultura de la pobreza (Gamoneda, 2007), sin acceso a bibliotecas selectas, sin conocimientos de idiomas, alienados por el trabajo y el cansancio, también se generan pensamientos únicos, se siente de manera única, se ve el mundo de manera única, y además es reconocible por signos de tipicidad que él mismo describe. Pues hasta ese procesado de información es útil para sociedad.

El problema, aunque todo esto suene muy bien, es que la expresión de estas distintas formas de pensar, de síntesis de información, de abstracción individual, no encuentran un camino para su expresión, para mostrar su poder creador. En palabras de Gamoneda “…condenados a padecer la Historia pero nunca a protagonizarla”. Aún sabiendo que en teoría podría ser positivo para la sociedad, que ahora deberíamos concebirla como mundial (con todas sus zonas pobres y en guerra) las élites se muestran resistentes a la participación y nos relegan a una posición de espectadores, desde la que no podemos aportar nada, arrebatándonos nuestra soberanía (en sus términos) y nuestro derecho natural a expresarnos en los míos.






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